Una joya hecha a mano pasa por un proceso que la mayoría desconoce. Todo comienza con la inspiración: una forma, una textura, un color descubierto en la naturaleza. Luego viene la selección de materiales: alambre de cobre, piedras naturales, cristales y elementos metálicos.
El modelado lleva horas, a veces días. Cada curva se realiza a mano, sin guías mecánicas. El último paso es el acabado: pulido, fijación, comprobación y equilibrado.
Así nace una pieza con personalidad, ritmo y vibración. Una pieza que nunca se repite a la perfección.
Una joya hecha a mano es, de hecho, un testimonio del tiempo y la paciencia.